Sobre la preparación en el arte

Ergo Rodrerich
5 min readMay 24

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Primera

Recientemente charlaba con un profesor de danza del Sur de Jalisco. Él señalaba, para decirlo rápido, que la profesionalización de nuestros quehaceres como artistas arrojará, inevitablemente, un mucho mejor resultado de nuestras producciones, sea cuales sean éstas. Particularmente se refirió a Blas Galindo, músico de San Gabriel, Jalisco, quien es considerado, al lado de Pablo Moncayo y otros compositores, como uno de los impulsores del nacionalismo musical mexicano.
William (así se llama el maestro con quien charlábamos), señalaba que don Blas no hubiese logrado lo que conformó con su obra de no haber sido estudiante de música, que hay muchos músicos de talento natural que no lograrían lo que don Blas logró.
Esa charla "base", por así decirlo, arrojaría este análisis que ahora escribo. Como siempre, hagamos una clasificación que nos llevará a una mejor expresión de lo que queremos decir. Consideremos a todos aquellos que producen, en un nivel u otro, obras de arte. Y por arte consideraremos aquellas obras cuya finalidad va más allá de lo utilitario y con la que se desea expresar pensamientos o sentimientos que no tratan sólo de la vida del propio autor.
1. Creadores ocasionales. Aquí entramos muchos de nosotros cuando producimos algo artístico con la finalidad de satisfacer a otro. Ya hablamos de tareas escolares, ya de conquistas amorosas. Así los resultados son prácticamente para el maestro o para el amado/a. Pocas veces volveremos a hacer algo similar en nuestra vida.
2. Intérpretes necesitados. Aquí ya hablamos de creaciones para la propia satisfacción, sin que haya, necesariamente, un conocimiento de lo producido por parte de alguien más, algo muy para nosotros. Dije "necesitados" en el título clasificatorio de este apartado, queriendo señalar la necesidad del recurso artístico como satisfacción buscada por el intérprete. Están los muy característicos momentos en que cantamos bajo la ducha o cuando escribimos para liberarnos de algo. Para nadie es la canción, para nadie el escrito, sólo para nosotros.
3. El artesano. Aquí ya hablamos de una producción para el otro. Creación de una obra a veces personal, a veces muy genérica, y repetida como copia original. La técnica es aprendida de los padres (que no necesariamente) y es repetida con pocos aportes que la mejoren. Aquí podríamos incluir a la grafiteros que aprenden de sus amigos y apenas atreven un poco más allá el aporte personal que cada uno puede dar ante el muro.
Claro está que en ocasiones el artesano sí aporta obras más atrevidas y personales. El cartonero que inventó los alebrijes (Pedro Linares) producto de un sueño; grafiteros reconocidos cuya obra es famosa a nivel internacional, precisamente por esa originalidad lograda, etc. Pero, si bien nos fijamos, son minoría frente al ejército de artesanos que predominan alrededor.
4. Aficionado esporádico o constante. Pareciera una contradicción de términos, pero aquí reunimos a aquellos personajes que atreven y logran una obra de verdad personal y logran la difusión local de su producto. Por lo regular son autores literarios que recurren al texto escrito para dejar constancia de vivencias locales y bien focalizadas dentro de la bella época que les tocó vivir. Son como los portavoces de su generación y, por lo regular, son coleccionistas de anécdotas. Escriben, algunos de ellos un libro en su vida, dos a lo sumo. Pero también están aquellos férreos que encontraron una fórmula y se dedican a explotarla al máximo. Publican muchos libros, pero no dejan sus intenciones locales o personales de ser tratadas.
5. Aficionado avanzado. Ahora sí estamos frente a una persona que busca la expresión social en su creación, es portavoz de pensamientos o sentimientos más universales y ha logrado abandonar lo local. Se reúne con amigos que tienen más o menos esas intenciones y, ambos, tienen una consciencia clara de lo que hacen. Buscan su perfeccionamiento constante leyendo, preguntando (de alguna u otra manera). Por aquí y por allá asisten a festivales, y hasta reciben la crítica con agrado mientras les sirva para su perfeccionamiento. Podrían ya vivir de esa actividad artística a la que se dedican. Tal vez asisten a cierto tipo de Academias o talleres.
6. Estudiado. Debemos hablar también de aquel personaje que ha entrado a escuelas universitarias y no a meras escuelitas temporales. Hablamos ya de conservatorios o academias de pintura o facultades de filosofía y letras. Ya estamos hablando de lo que dijimos al principio, refiriéndonos a don Blas Galindo, del preparado más formalmente y con logros innegables.
Hasta aquí nuestra limitada clasificación. Hay que considerar ciertas ventajas o limitaciones entre los dos últimos puntos que hemos anotado.

Segunda

Hay que mencionar que muchísimos de los más grandes exponentes artísticos de su respectiva disciplina han sido los aficionados avanzados. Obviamente sabemos que en tiempos pasados las escuelas universitarias no existían, el número de estas personas que nos han legado obras fundamentales de todos los tiempos es enorme. Tenemos, sólo por nombrar a algunos, a Homero, Dante, Cervantes, etc. Ya contemporáneos están nuestros cercanos Rulfo y Arreola. Del otro lado, de los "estudiados" estarían Reyes y Paz, quienes siempre estuvieron a la altura del Premio Nobel. Pero, ¿Ciertamente el cursar una escuela especializada nos asegura la mayor calidad de los autores?
Como podemos ver, en una primera ojeada, la balanza pudiera no estar equilibrada del todo. Los pretendidamente no estudiados (llamémosle así) son muchos más que aquellos que sí han logrado cursar su formación respectiva. Antes que emitir un juicio hacia alguno de los brazos de la balanza, nos gustaría señalar esos puntos de comparación para destacar las ventajas que ambas posturas tienen.
La preparación en general es, en definitiva, necesaria para cualesquiera de los casos. Ya sea que se elija la escuela, ya lo autodidacta, saber con lo que estamos trabajando es fundamental. Esto parecerá muy obvio, pero resulta bueno tenerlo en cuenta cuando vemos, lamentablemente con cierta frecuencia, a jóvenes escritores a quienes no les importa la ortografía. ¿Cómo es posible que quieran huir de la responsabilidad de la buena escritura cuando eso es precisamente a lo que se quieren dedicar? La preparación, pues, es vital para profesionales o avanzados. Ninguno de los dos podría ofrecernos lo mejor de sus disciplinas si es que no persigue está finalidad.
Por otro lado hay que admitir que la preparación, tanto la formal como la autodidacta u ocasional, no garantizan precisamente la mejor calidad al momento de la creación o la ejecución. Hemos visto, en ambos terrenos, artistas o ejecutantes que no logran "dar con bola" en su creación. Aquí bien podríamos rendirnos a señalar la necesaria existencia de una especie de "espíritu" previo a la aplicación artística para lograr la tan anhelada calidad que hemos mencionado a lo largo de todo este periplo. Sin ese espíritu, no hay nada qué hacer.
Queriendo puntualizar un poco más las consideraciones que se tienen hacia la profesionalización de las artes, he querido poner un poco de perspectiva a esta aseveración y destacar que, en algunas ocasiones, hay que estar bien conscientes de ello, no es necesario buscar una formalización (educativa, quiero decir) de nuestras actividades artísticas. Reconocer lo que cada uno es (tal vez seas bueno como autodidacta, tal vez sí necesites una preparación educativa) debería llevarnos a elegir los senderos que queremos recorrer. Y ya como espectadores, también hay que poner en su lugar los logros que uno u otro artista ha alcanzado desarrollar a lo largo de su propia historia. No es bueno satanizar una u otra postura, ambas tienen sus buenos resultados, ambas tienen sus lamentables ejemplos también.

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Ergo Rodrerich

Poet, writer and photographer. I was born in Ciudad Guzmán, Jalisco. I like to explain to myself the creative processes and the processes of imagination.