Razones extraliterarias
Cosillas que he encontrado, algo inexplicables
Razones extraliterarias Soy lector desde los 13 años, lo he sido el resto de mi vida. Digo esto para señalar que con tanto tiempo de lectura he desarrollado una especie de sentido sobre las palabras que reconozco en mí mismo. Lo que voy a señalar a continuación no tiene utilidad alguna, sólo lo quiero dejar aquí como una curiosidad, nada más. He titulado a este texto con el título de razones extraliterarias porque, aunque basadas en literatura, van (o vienen) más allá de lo que escribieron sus autores.
Comienzo con el libro de Guy de Maupassant, Bola de sebo, que leí en una edición mexicana de muy modesta portada que la hacia muy atractiva por esa razón. Obviamente el papel era blanco, pero, luego de unas páginas de lectura, no sé por qué, sentía claramente que dichas hojas tenían un leve color azul que algo las tornaba en marinas. Lo único que podía explicarme es que, sin duda, tal efecto estaba dada por las historias y la forma de escribir de Maupassant había logrado. Esa era, para mí, una especie de demostración de la maestría de ese gran escritor.
Seguimos con un cuento (yo creo que esta consideración de la que hablaré enseguida se extiende a toda su obra) de Juan José Arreola, “La vida privada”, en el que me doy perfecta cuenta de que Arreola estaba consciente de lo que…